Por: Pablo Soroa Fernández
En 1946,
los capitanes de buques y otras embarcaciones leían en sus cartas de navegación
esta reseña: Faro de Maisí. Torre de Silería de forma tronco cónica, con base
octogonal y de color amarillo claro. Tiene una casa de mampostería hacia el W
(oeste), pintada de amarillo claro.
Como el
resto de las estructuras que irradian
luz durante la noche y constituyen
referentes para guiar a los navíos en aguas cercanas a la costa, el Faro de Maisí es uno de los 457 que en
Cuba cumplen esa función.
Su misión es tanto más delicada cuanto que
está situado al pie del Paso de los Vientos, por donde circulan a diario más de
medio centenar de trasatlánticos, y esporádicamente frágiles embarcaciones
tripuladas por haitianos que huyen de la miseria de su país.
Esta gran torre se comenzó a construir en
1857, en obediencia a una Real Cédula emitida el año precedente por la reina
Isabel II, a la que el capitán de ingenieros Don Mariano Romero dio
cumplimiento el primero de noviembre de 1862.
La instalación se encuentra, pues al
borde del siglo y medio de vida, y durante ese largo período ha cargado con el
estigma de su nombre: Concha, con el
cual se quiso homenajear al militar José Gutiérrez de la Concha, gobernador superior y Capitán General de Cuba
entre 1850-1852, 1854-1859 y 1874-1875.
Contra lo pensado, el Faro se ubica en Punta
de la Hembra,
a dos millas y media de Punta de Maisí, y no en este último lugar como suele
creerse.
Para materializar su humanitaria función el
“Concha” ha recorrido toda la escala de la iluminación: una mecha en su primera
infancia, más tarde lámpara de aceite o kerosina; luego ese alumbrado fue
sustituido en 1955 por vapor de petróleo y presión.
En los pasados años 70 se instaló un potente foco, emisor de
un destello-relámpago visible a 32,5 millas, el cual
fue relevado dos décadas después por un dispositivo mecánico que destella cada
cinco segundos y gira 240 veces por hora, con un consumo de electricidad mucho
menor.
Los que allí laboran, son capaces de medir por
observación la fuerza del mar, tomando como referencia la altura de las olas al
chocar con la proa de Cuba.
Entre sus responsabilidades figuran la de
emitir cada seis horas un parte al Control, radicado en Banes, Holguín, el cual
incluye el citado parámetro, y otros como la dirección e intensidad del viento,
visibilidad tanto en tierra, como costera.
A ellos se debe que nada pase en el Paso de
los Vientos, ese peligroso brazo de mar que geográficamente se interpone entre
esta ínsula caribeña y La Española, la Segunda Mayor de las
Antillas, compartida por Haití y República Dominicana.
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