miércoles, 11 de febrero de 2015

El Faro Concha alerta a los navegantes




Por: Pablo Soroa Fernández
  
 En 1946, los capitanes de buques y otras embarcaciones leían en sus cartas de navegación esta reseña: Faro de Maisí. Torre de Silería de forma tronco cónica, con base octogonal y de color amarillo claro. Tiene una casa de mampostería hacia el W (oeste), pintada de amarillo claro. 

Como el resto de las estructuras que  irradian luz durante la noche y constituyen  referentes para guiar a los navíos en aguas cercanas a la costa,  el Faro de Maisí es uno de los 457 que en Cuba cumplen esa función.

Su misión es tanto más delicada cuanto que está situado al pie del Paso de los Vientos, por donde circulan a diario más de medio centenar de trasatlánticos, y esporádicamente frágiles embarcaciones tripuladas por haitianos que huyen de la miseria de su país. 

Esta gran torre se comenzó a construir en 1857, en obediencia a una Real Cédula emitida el año precedente por la reina Isabel II, a la que el capitán de ingenieros Don Mariano Romero dio cumplimiento el primero de noviembre de 1862.  

La instalación se encuentra, pues al borde del siglo y medio de vida, y durante ese largo período ha cargado con el estigma de su nombre:  Concha, con el cual se quiso homenajear al militar José Gutiérrez de la Concha,  gobernador superior y Capitán General de Cuba entre 1850-1852, 1854-1859 y 1874-1875.

Contra lo pensado, el Faro se ubica en Punta de la Hembra, a dos millas y media de Punta de Maisí, y no en este último lugar como suele creerse.

 Para materializar su humanitaria función el “Concha” ha recorrido toda la escala de la iluminación: una mecha en su primera infancia, más tarde lámpara de aceite o kerosina; luego ese alumbrado fue sustituido en 1955 por vapor de petróleo y presión. 

En los pasados años 70  se instaló un potente foco,  emisor de  un destello-relámpago visible a 32,5 millas, el cual fue relevado dos décadas después por un dispositivo mecánico que destella cada cinco segundos y gira 240 veces por hora, con un consumo de electricidad mucho menor. 

 Los que allí laboran, son capaces de medir por observación la fuerza del mar, tomando como referencia la altura de las olas al chocar con la proa de Cuba.

Entre sus responsabilidades figuran la de emitir cada seis horas un parte al Control, radicado en Banes, Holguín, el cual incluye el citado parámetro, y otros como la dirección e intensidad  del viento,  visibilidad tanto en tierra, como costera. 

A ellos se debe que nada pase en el Paso de los Vientos, ese peligroso brazo de mar que geográficamente se interpone entre esta ínsula caribeña  y  La Española,  la Segunda Mayor de las Antillas, compartida por Haití y República Dominicana.

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