En el último lustro, caracterizado por protestas, guerras, caídas de
gobiernos e injerencias, se ha visto el importante papel que en todos
estos eventos han desempeñado los medios de comunicación, el llamado
cuarto poder.
También es una realidad que esta importancia no hubiera sido
alcanzada de no ser por el alto grado de desarrollo que en el mundo
tienen las tecnologías de la informática y las comunicaciones. Sin
embargo, existen otras justificaciones para tal preponderancia que 20
años atrás hubieran sido impensables.
Pues bien, el rol de los medios de comunicación está en el corazón de
la llamada Guerra No Convencional, entre otras razones, por su papel
movilizativo y de manipulación de la realidad. Por supuesto, los
manuales de las Fuerzas Armadas de EE.UU. dedicados a esta guerra
también tienen su espacio para explicar cómo utilizar a su favor los
medios.
Por ejemplo, el más reciente de los documentos desclasificados
dedicados al tema, la Publicación de Técnicas del Ejército (ATP 3-05.1)
La Guerra no Convencional, expone las llamadas Actividades de
Información dentro de las cuales son vitales los medios.¹
Dentro de dichas actividades destacan dos elementos fundamentales,
los mensajes y la agitación. Los primeros son diseminados por las
“organizaciones de resistencia” con el fin de influenciar en las
audiencias.
Por su parte, la agitación consiste en la “comunicación interpersonal
y de planteamiento de tareas específicas a audiencias seleccionadas y
relativamente pequeñas”.² La ATP 3-05.1 plantea la interdependencia y
complementariedad entre ambos elementos.
Hasta aquí, ¿dónde entran a desempeñar su rol los medios de
comunicación? Pues bien, según el manual ya mencionado, estos
“construyen el apoyo a la causa del movimiento articulando las emociones
asociadas con las condiciones” (entendidos también como reclamos) a
través de los mensajes.
eda claro el objetivo de los “mensajes”. Sembrar dudas,
incertidumbres “acerca de futuros eventos”,³ todo enfocado en promover
percepciones de crisis.
Resultan interesantes las ideas que sobre tales mensajes aparecen en
la ATP 3-05.1: “los mensajes persuasivos están diseñados para fortalecer
la moral de los insurgentes, socavar la confianza en el gobierno y sus
políticas entre la audiencia, y ganar seguidores activos, o al menos,
simpatizantes del movimiento. Los mensajes tienden a usar términos
altamente emocionales”.⁴
Tomemos Venezuela como ejemplo. No es casual que, casi a diario, se
publiquen artículos de opinión, editoriales y “noticias” en medios de
prensa impresos y digitales donde el enfoque principal es la presunta
situación de crisis de todo tipo que vive el país sudamericano.
Ni hablar también de las imágenes difundidas por las televisoras,
cargadas de “términos altamente emocionales” apoyadas en los discursos
de los opositores, aunque eso de la emoción será para aquellos ciegos
que no quieren ver la inmensidad de la obra bolivariana comenzada por
Hugo Chávez.
ras su nueva derrota electoral, Henrique Capriles
llamó a sus seguidores a protestas de calle y hubo disturbios, muertes,
buscando por la vía de la desestabilización del orden constitucional lo
que una y otra vez el pueblo le ha negado en las urnas.
Así, podemos concluir que nada es casualidad en las crisis desatadas
en países como Siria, Venezuela, Ucrania, donde los medios opositores y
occidentales atacan al poder establecido. Aunque su función debería ser
la de propiciar la difusión de la verdad, con objetividad, sin
manipulación, estos se embarcan en actividades de información, siguiendo
un patrón estudiado por años y descrito en manuales de guerra, como la
ATP 3-05.1.
El reto está, por tanto, en no quedarnos pasivos ante tantas mentiras
y verdades ocultas impuestas por el máximo autoerigido poder hegemónico
de este siglo.
En la entrega anterior hablamos de las actividades de información
claramente descritas en el más reciente de los documentos doctrinales de
EE.UU. desclasificados y referidos a la Guerra No Convencional (GNC),
la Publicación de las Técnicas del Ejército (ATP) 3-05.1.5
Pero como sucede casi siempre en el tratamiento de temas relacionados
con los medios, mucha es la tela por donde cortar y quiero hoy
referirme a aspectos más específicos acerca del papel de los medios en
las actividades de la información.
Recordemos en primer lugar los dos aspectos que comprenden estas
actividades: los mensajes persuasivos y la agitación. En ambos es vital
la labor que puedan desempeñar los medios.
Tal es así, que la propia ATP 3-05.1 especifica técnicas a tener en
cuenta por los militares estadounidenses involucrados en una campaña de
GNC para manipular a su favor la televisión, la radio y los periódicos.
El objetivo fundamental es la difusión de los mensajes que movilicen y
provoquen la agitación.
La televisión es tomada en cuenta por constituir junto con los
teléfonos celulares, “la fuente mayor de tecnología disponible para la
difusión de mensajes unificados”.6 Aquí se incluye el empleo de señales
satelitales por la creciente expansión que han alcanzado en el mundo.
De la radio se especifica la “ventaja del alcance simultáneo a gran
cantidad de personas, en una extensión considerable de territorio”7 y
además, que sus transmisiones pueden hacerse desde el exterior, lo que
“constituiría un desafío ante los esfuerzos del enemigo de
silenciarlos”.8
Resulta imposible no referirnos al ejemplo más claro de utilización
de la radio y la televisión con fines no convencionales, las mal
llamadas Radio y TV Martí que, desde la década de los ochenta,
transmiten horas y horas de programación subversiva contra Cuba. Por
años, han violado leyes y regulaciones internacionales en materia de
telecomunicaciones, además del excesivo gasto al contribuyente
estadounidense.
La ATP reconoce a los periódicos como herramientas importantes para
la divulgación de mensajes. Aquí se incluyen los periódicos legales y
los clandestinos que la oposición haga circular. Los objetivos con este
tipo de prensa no son otros que minar el prestigio de autoridades y
funcionarios locales, la circulación de rumores, pura subversión.
A los militares de EE.UU. también se les recomienda infiltrar la
prensa escrita establecida con el fin de alterar sus posiciones
editoriales.
Un ejemplo de ello lo constituye la manipulación mediática que
diarios venezolanos como El Nacional hacen de la realidad, y los
descréditos a los principales dirigentes venezolanos para subvertir el
orden constitucional establecido en el país suramericano.
Una última cuestión, la manipulación de los medios puede llegar hasta
límites insospechables, incluso hasta su propia destrucción, en caso de
que no difundan los mensajes que “interesan”.
Así sucedió en la antigua Yugoslavia cuando en 1999, durante la
agresión de EE.UU. y la OTAN, fue bombardeada la televisión serbia por
estar transmitiendo información que no gustaba a los agresores.
Las reglas de la guerra, convencional o no, pueden cambiar, así lo
expresó el corresponsal británico Robert Fisk: “Una vez que usted mata a
gente porque no le gusta lo que dice, usted cambia las reglas de la
guerra”.9
De lo que se trata es de estar alertas, no caigamos en el juego de
palabras del imperio, esas que se presentan como actividades de
información no son más que actividad.
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