jueves, 11 de diciembre de 2014

Un guantanamero contra la nostalgia

Por: Lilibeth Alfonso

Para muchos cubanos, Guinea Conakri entró en el mapa cuando se anunció que más de 165 profesionales de la salud partirían hacia esa nación y otras dos africanas ante el llamado de la Organización Mundial de la Salud para combatir el virus del ébola. Para la familia de un baracoeso, además, ese país ya forma parte de su historia.

Fotos: Cortesía del entrevistado


Dice Alberto Hernández Velázquez que lo más complicado es sacarse de encima la nostalgia. El mar. Los sabores. Los olores de casa, las voces de los seres queridos. La rutina que ahora guarda y pasea, para sentir, cada tanto, que todavía recorre las calles angostas de su natal Baracoa.

 Sucede que Alberto es enfermero en el Policlínico Modesto Grimón de El Jamal y uno de los cubanos que se preparan en Guinea Conakri para tratar los enfermos de ébola, una enfermedad de la que se reportan más 3 mil 633 infecciones y 5 mil muertes, según datos de la Organización Mundial de la Salud.

Con él, unas palabras que viajan, de continente a continente, y que rezuman casi lo mismo que aquellas que hemos podido entablar o leer acerca de nuestros colaboradores en el llamado Continente Negro…

¿Cuándo llegó a África?

Después de dar mi disposición, y de prepararme unos días en La Habana junto a los compañeros que irían a Liberia, salí rumbo a Guinea el 21 de octubre. Desde entonces, nos instalamos y estamos preparándonos muy fuertemente para entrar en la zona roja, cuando nos toque.

En realidad, todo fue muy rápido. Nuestro ministro hizo el llamado y a mí me lo dijeron en una entrega de guardia, que requerían personal con experiencia en misiones anteriores –yo había estado en Venezuela durante cinco años- para enfrentar el ébola, y ahí mismo dije que sí.

¿No lo consultó con la familia?

Esas cosas se conversan, pero en esta ocasión no había tiempo, así que ese día cuando llegué a la casa fue que les dije. Sabe cómo es eso, mi madre se puso triste y mi hermana igual, mis hijos buscaron información sobre la enfermedad…, pero en general me dieron mucho aliento.

Tengo una familia grande, un hijo que estudia en la facultad de Ciencias Médicas de Baracoa, donde es el presidente de la Federación de Estudiantes Universitarios, una hija que estudia Derecho en Santiago de Cuba, mi esposa, mi mama, dos hermanos mayores que yo…

Todos me dijeron lo mismo, que me cuidara mucho, que era duro saber en el peligro en que estaba pero como buen cubano pa’ alante siempre.

¿Fue muy fuerte el cambio cuando llegó, tengo entendido que Guinea Conakri es un país fundamentalmente musulmán, además de muy pobre?

Primero me golpeó el cambio de horario, y lo otro difícil fue la barrera del idioma, pues se habla un francés que se parece más a un creole, y la religión musulmana, que establece normas muy rígidas de conducta.

Lo de la pobreza extrema también es verdad, y eso que en estos momentos estamos en la capital, en Conakri.

No es el único guantanamero de su brigada…

Somos tres guantanameros, el médico intensivista especialista de segundo grado Iván Rodríguez, de Baracoa, y Omar Guerra, es médico epidemiólogo, de Guantánamo, y yo, que además de Licenciado en enfermería soy diplomante en cuidados intensivos y emergencias.

¿Ya entraron en la zona roja, donde se encuentran los enfermos?

No. Estamos adiestrándonos, aunque una vez hicimos una prueba en un centro sin pacientes para probar cómo era el manejo. También tuvimos la oportunidad de intercambiar con algunos especialistas que sí están en la zona caliente, que nos aclararon mucho sobre el funcionamiento del sistema, lo que nos espera.

¿Qué tipo de adiestramiento reciben?

Hacemos realidad lo aprendido en el curso. Cómo vestirse y desvestirse, el manejo dentro del centro con el paciente, cómo darle el mejor confort dentro de lo permitido, los métodos para administrar el tratamiento sin poner en riesgo nuestra seguridad.

El mayor énfasis lo hacen en el proceso de retirarnos el traje de protección, también probamos hasta qué punto podemos resistirlo teniendo en cuenta la temperatura de este país y el calor que nos da este tipo de vestido.

¿Saben ya cuándo deben entrar a trabajar directamente con los infectados?

La semana próxima debemos realizar una práctica en un centro con pacientes, algo que ya hace un primer grupo. Mientras, el centro donde trabajaremos, a unos 100 kilómetros de la capital, no está terminado.

Expertos se han referido a que las costumbres de muchos de estos pueblos donde ataca el ébola contribuye a su propagación, es así en Guinea?

Realmente, los rituales religiosos influyen, es cierto que incluso hay algunos pueblos que tienen la costumbre de besar a sus muertos, pero en lo personal, según lo que he visto, lo más grave es la pobreza, que a su vez genera la ignorancia sobre la enfermedad.

La población no está consciente de los síntomas, así que cuando enferman creen que es otra cosa y lo curan con medios precarios, de modo que cuando llegan al hospital ya es tarde para ellos y han infectado barrios enteros de una comunidad.

¿Cómo se sintieron con el contagio del primer cubano, el Doctor Félix Baéz?

La noticia nos impactó mucho, y como es lógico surgen muchas preguntas sobre cómo se contagió, pero a la vez nos hace más fuertes y nos obliga a cuidarnos más, a tener una percepción todavía más cercana del riesgo de esta misión.

En lo personal, me convenció de que cualquier error puede ser fatal sobre todo para nosotros, los enfermeros, que tenemos el mayor contacto con los pacientes de esa enfermedad que se transmite a través de fluidos corporales. De modo que me siento preparado, pero nunca confiado.

¿Cómo los lleva la nostalgia?

La nostalgia siempre es nuestra compañía pero es una brigada acogedora y con una buena dirección, que siempre trata de hacer un chiste o algo para sentirnos en familia.

Mi peor enemiga, hasta ahora, es la comida, que es al estilo árabe.

Imagínate un cubano que está acostumbrado como yo a comer en el almuerzo arroz, frijoles, viandas…, y que aquí le den pan con algo y, en la cena, ensalada, carne, arroz a veces y una cosa extraña que se parece a la harina. Mucha salsa mayonesa, pero ni aceite ni carne de cerdo, y ya sabe que nosotros somos adictos.

Sí hay cosas que me recuerdan a Cuba, a mi Baracoa, sobre todo el mar y la costumbre de cargar las cosas en la cabeza que me recuerda mi zona en Manglito, donde nací hace ya 45 años.

¿Algún mensaje para su familia, para el pueblo guantanamero?

Quisiera asegurarles a mi familia y mi pueblo que tengan confianza en nosotros, en que regresaremos sanos y salvos con el regocijo del deber cumplido porque los cubanos, y así nos aseguró el presidente cuando nos dio la bienvenida al país, somos la esperanza del pueblo de Guinea, en su lucha para acabar con esta enfermedad.

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