miércoles, 24 de diciembre de 2014

Guantánamo, Mensaje radial con motivo de navidad, por Monseñor Wilfredo Pino Estévez, Obispo de la Iglesia Católica de Guantánamo-Baracoa.

Mensaje íntegro:

Monseñor Wilfredo Pino Estévez



































































 
Queridos hijos e hijas de esta amada provincia: Les deseo a todos ¡muchas felicidades! porque esta noche es Nochebuena y mañana Navidad.

NOCHEBUENA le llamamos a la noche de hoy, la del 24 al 25 de diciembre, porque en ella nació Jesucristo, la Luz que ilumina a todo hombre que viene a este mundo. Nochebuena porque en ella Dios se ha puesto al alcance de cada persona.

Mañana será el día de Navidad. La Navidad es la fiesta más popular, más alegre y más antigua en la mayoría de los países del mundo. Ningún otro acontecimiento histórico se ha celebrado tantas veces sin que aburra. Por estos días, todos tratamos de visitarnos, de reunirnos, de tener una comida juntos, de preparar los pequeños regalos de los niños para el 6 de enero, Fiesta de los Reyes Magos. Son días especiales para perdonarnos mutuamente, para reconciliarnos, para “volvernos a hablar” si estábamos peleados… ¡Cuánto necesitamos todos ser más niños, más humildes, más pequeños! ¡Cuánto necesitamos dejar de ser ese “personaje” que cada hombre se fabrica y luego no sabe cómo desprenderse de él!

Después de la Navidad vendrá la fiesta de Año Nuevo. En las comunidades celebramos la Misa por la Paz. En Cuba, gracias a Dios, no hay un conflicto bélico, pero ¡cuántas familias nuestras viven en una constante guerra entre sus miembros! ¡Cuántos conflictos en no pocos hogares cubanos que no les permiten vivir en un ambiente de armonía! ¡Cuántos “chismes, bretes y mentiras” a nuestro alrededor! Por eso tenemos que rezarle al Niño de la Nochebuena. Él viene desarmado. No amenaza. No usa la fuerza. Él es el Príncipe de la Paz. El nombre de Jesús significa: Dios salva. Y a eso ha venido Jesucristo recién nacido: a salvar. Ya lo afirmará él, años después, claramente: “Yo no he venido para condenar sino para salvar. No son las personas sanas las que necesitan médico, sino las enfermas. No he venido para llamar a los buenos sino para invitar a los pecadores a que se arrepientan” (Lc. 5, 31). Recemos para que se haga realidad en nuestras casas, barrios, centros de trabajo y de estudio, el canto que se escuchó en Belén, en la primera Nochebuena de la historia: “Gloria a Dios en el cielo y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor”. 

Queridos todos: En la Misa que se celebra el día de Navidad, los presentes escuchamos un mensaje que nos llena de esperanza: “¡Hoy nos ha nacido el Salvador!”. Si eres tú alguien que tiene el alma estrujada por las penas ¡repítete que hoy te ha nacido el Salvador!… Si tú no sabes cómo salir de tu estancamiento en la vida espiritual, entérate de que ¡hoy te ha nacido el Salvador!… Si sientes sobre tu cabeza el peso del pesimismo o del desaliento, conviene que te digas a ti mismo: ¡Hoy me ha nacido el Salvador!… Puede, incluso, que no sepas cómo vencer el mal en ti o a tu lado. Para poder lograrlo, repite: ¡hoy nos ha nacido el Salvador!… A lo mejor en ti hay heridas que no acaban de sanar. Repite: ¡Hoy me ha nacido el Salvador, aquel que podrá sanarlas desde dentro!… Tal vez tu memoria no logra olvidar a quien te ofendió. Afortunadamente, ¡hoy te ha nacido el Salvador!… 

Posiblemente haz intentado cambiar de tu mala conducta varias veces y no has podido. Dios te dice ahora: ¡Hoy ha nacido tu Salvador!… Probablemente llegaste a pensar que no tienes remedio, que por más que te has esforzado sigues siendo el mismo: egoísta, mal pensado… En este momento Dios te dice: ¡Hoy ha nacido tu Salvador!… Seguramente que te preocupa tu familia, tu situación laboral, el qué vas a hacer… Escucha a Dios decirte: ¡Hoy ha nacido tu Salvador!… Quizás te dominan los agobios. Escucha a Dios: ¡Hoy ha nacido tu Salvador, que te dice: “Vengan a mí los que están cansados y agobiados y yo los aliviaré”!

Dice el Evangelio que los primeros en enterarse del nacimiento de Jesucristo fueron unos pastores. El oficio de pastor no tenía buena reputación en el pueblo judío. Como trabajaban de noche, cuidando los rebaños, casi siempre eran acusados de cualquier robo que hubiese en la comarca. 

Los pastores eran gente mal mirada, despreciada. Y ellos van a ser los afortunados, los primeros en tener la gran noticia del nacimiento del Salvador.

Por eso, hoy y todos los días del año, nuestras iglesias, nuestros corazones, deben tener siempre las puertas abiertas, como los brazos de Jesús. ¡Ojalá que todos los enfermos alcohólicos escuchen a Dios decirles: “Hoy les ha nacido un Salvador”, el que puede sanarlos! ¡Ojalá que todas los malacabezas escuchen a Dios decirles: “Hoy les ha nacido un Salvador”, el que puede hacerlos cambiar! ¡Ojalá que todos los ciegos del alma, aquellos que tienen ojos pero no quieren ver, escuchen a Dios decirles; “Hoy les ha nacido el Salvador”! ¡Ojalá que todos los peores sordos, o sea, aquellos que no quieren oír o que sólo quieren oír lo que les conviene, decidan escuchar a Dios que les dice: “Hoy les ha nacido el Salvador”, quien viene a decirles “Yo soy el camino, la verdad y la vida”!

Ahora bien, debemos preguntarnos: ¿Cómo se van a enterar los guantanameros, los baracoesos, los imienses, todos los que viven en esta provincia de que “Hoy les ha nacido el Salvador?

Como respuesta, rezo lo que leí hace años: “Hace falta que en esta Navidad Dios haga surgir de entre nosotros: más ÁNGELES que levanten el alma de los cubanos sembrando esperanza a su alrededor… más PASTORES que sepan escuchar cualquier mensaje que Dios les mande… más ESTRELLAS que iluminen nuestras oscuridades… más PESEBRES que estén siempre dispuestos a ofrecer a los necesitados lo mucho o lo poco que tengan…. más REYES MAGOS que se dejen contagiar por la magia de Dios y estén siempre dispuestos a regalar y ofrecer lo más valioso que poseen: su amor… más que quieran ser como el NIÑO JESÚS: necesitados, transparentes y limpios, con los brazos abiertos”.

Una costumbre muy linda que supimos conservar entre nosotros es que, en Navidad y Año Nuevo, nos felicitamos mutuamente. ¡Felicidades!, nos dicen. Y nosotros contestamos: ¡Lo propio! o también ¡Igualmente! Y eso es encantador, porque el verbo felicitar viene del latín felicitare, que significa hacer feliz. ¿Se imaginan ustedes qué distinto sería este mundo, Cuba, Guantánamo, nuestras comunidades, nuestras familias, si cada uno se propusiera felicitar, o sea, hacer feliz a los que lo rodean?… ¿si cada uno se dedicara a pensar menos en su propia felicidad para buscar la felicidad de los demás?… ¿si los esposos y esposas se dijeran mutuamente “yo quiero hacerte feliz a ti”? Si hacemos esto, habrá Navidad. Ojalá que en esta Navidad le abramos nuestro corazón a Jesucristo. Ojalá que en esta Navidad, si hay alguien a quien puedas ayudar, ¡lo ayudes ahora! Si hay alguien a quien debes perdonar, ¡lo perdones ahora! Si eres tú el que debe pedirle perdón a alguien, ¡no te demores en hacerlo, y lo hagas ahora mismo! Y si lo que sientes es el deseo de ser más cariñoso con los demás, especialmente con tus familiares, vecinos y compañeros de trabajo ¡empieza ahora!

Pido a Dios que, en el próximo año 2015, los cubanos sepamos conservar todo lo bello que tenemos: la chispa, las iniciativas, las ocurrencias, el amor a Dios y a la Virgen de la Caridad, el apego a la familia y a la tierra cubana, el amor a los hijos y la alegría. Que no dejemos morir lo bueno y bello que hay en nosotros. Rezo para que este año dediquemos más tiempo a la familia, a los hijos, a los abuelos y tíos olvidados.

Rezo por las peregrinaciones al Cobre que nuestra Iglesia viene organizando todos los viernes. Ya se han hecho 15, lo que ha hecho posible que 985 personas hayan podido visitar el Santuario Nacional de nuestra Patrona, la Virgen de la Caridad. Doy gracias a Dios porque de ese total de peregrinos, 422 fueron por primera vez en su vida a encontrarse con la Madre de los cubanos. Y por eso he pensado en continuar las peregrinaciones de los viernes hasta el mes de junio, a partir del viernes 30 de enero. Se mantendrá el mismo precio de 30 pesos cubanos por asiento. Se saldrá a las 7 de la mañana y se regresará a las 2 de la tarde, por lo que cada peregrino deberá llevar su almuerzo y agua para el camino. Las reservaciones se harán en la sede del Obispado, en la calle Paseo. Rezo también para que, siempre que me sea posible, yo pueda acompañar cada peregrinación.

No quiero terminar sin compartirles un gran regalo recibido de Dios en esta Navidad y que tendrá efecto cuando esta grabación salga al aire: Hoy, día de la Nochebuena, bautizaré, en la Prisión del Combinado de Guantánamo a 8 hermanos reclusos y, además, presidiré la celebración del sacramento del matrimonio de uno de ellos con su esposa. ¡Serán muy lindos y emotivos esos momentos! ¡A ellos y a sus familias les llegará también la salvación de Jesucristo!

Otro regalo recibido en esta Navidad ha sido la noticia de los acuerdos logrados entre los gobiernos de Cuba y Estados Unidos. Les confieso que, como probablemente ha pasado a muchos cubanos, sentí una sensación de alivio en mi interior. No es fácil vivir durante años peleados o en constante discusión y enfrentamiento con el vecino de al lado. Una vez más ha quedado demostrada la eficacia de aquello en lo que siempre nuestra Iglesia ha insistido: la conveniencia del diálogo entre las partes para solucionar las diferencias. A nosotros, los cubanos, nos gusta decir que “hablando, la gente se entiende”. Y así ha sido ahora. Comparto la afirmación del Presidente Raúl: “Debemos aprender el arte de convivir, de forma civilizada, con nuestras diferencias”. Pienso igualmente que el Presidente Obama acierta cuando afirmó en su discurso que “Un futuro de más paz, seguridad y desarrollo democrático es posible”. Me siento orgulloso de que ambos mandatarios hayan reconocido y agradecido en sus intervenciones el papel jugado por la Iglesia en la persona del Papa Francisco. 

Comparto la alegría de las familias que, tanto en Estados Unidos como en Cuba, han recibido nuevamente a sus familiares que estaban encarcelados. Y algo que también llevo en mi corazón, me atrevo a sugerirlo, humildemente: ¡Qué bueno sería que, más pronto que tarde, hubiese en Cuba una nueva excarcelación de presos por razones humanitarias o por el tiempo que llevan en prisión! ¡Aliviaría ello el alma, la vida, de tantas familias cubanas! Así lo seguiré rezando cada día.

Concluyo dándoles a todos la bendición por la Navidad, especialmente a los que están enfermos, los presos, los minusválidos, los que viven solos, los que están lejos de su familia y de su tierra cubana, los que sufren, los que se sienten tristes, los que lamentan la muerte reciente de un ser querido, y los que han perdido la virtud de la esperanza. Rezo especialmente por todo el personal de salud que, en estos momentos, ayuda a varios países de África a vencer una mortal epidemia.

¡Feliz Navidad y próspero Año Nuevo!, les desea su Obispo, que ahora los bendice:

Jesucristo, el Señor, esté siempre a su lado para defenderlos. Que el vaya delante de ustedes para guiarlos y detrás de ustedes para protegerlos. Que él vele por ustedes y los sostenga.

Y que la bendición de Dios Todopoderoso: Padre, Hijo y Espíritu Santo, descienda sobre todos ustedes y los acompañe hoy, mañana y siempre. Amén

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